sábado, 30 de julio de 2016

Obituarios 6

José Menese (3.12.1942-29.07.2016) con Melchor de Marchena a la guitarra
José Menese con Diego del Gastor a la guitarra (tientos y tangos)
Tangos del Piyayo (De la serie de TVE Rito y geografía del cante, de José María Velázquez-Gaztelu)
Soleá con Enrique de Melchor a la guitarra

Año Cervantes 13

Gustavo Doré (dib.) y Héliodore Pisan (grab.), Don Quijote, II-46, París, 1863
El País, Entrevista a Roger Schank

Y volviéndose a los gatos que andaban por el aposento les tiró muchas cuchilladas. Ellos acudieron a la reja y por allí se salieron, aunque uno, viéndose tan acosado de las cuchilladas de don Quijote, le saltó al rostro y le asió de las narices con las uñas y los dientes, por cuyo dolor don Quijote comenzó a dar los mayores gritos que pudo. Oyendo lo cual el duque y la duquesa, y considerando lo que podía ser, con mucha presteza acudieron a su estancia y, abriendo con llave maestra, vieron al pobre caballero pugnando con todas sus fuerzas por arrancar el gato de su rostro. Entraron con luces y vieron la desigual pelea; acudió el duque a despartirla, y don Quijote dijo a voces:
—¡No me le quite nadie! ¡Déjenme mano a mano con este demonio, con este hechicero, con este encantador, que yo le daré a entender de mí a él quién es don Quijote de la Mancha!
Pero el gato, no curándose destas amenazas, gruñía y apretaba; mas en fin el duque se le desarraigó y le echó por la reja.
Quedó don Quijote acribado el rostro y no muy sanas las narices, aunque muy despechado porque no le habían dejado fenecer la batalla que tan trabada tenía con aquel malandrín encantador. Hicieron traer aceite de Aparicio, y la misma Altisidora con sus blanquísimas manos le puso unas vendas por todo lo herido y, al ponérselas, con voz baja le dijo:
—Todas estas malandanzas te suceden, empedernido caballero, por el pecado de tu dureza y pertinacia; y plega a Dios que se le olvide a Sancho tu escudero el azotarse, porque nunca salga de su encanto esta tan amada tuya Dulcinea, ni tú lo goces, ni llegues a tálamo con ella, a lo menos viviendo yo, que te adoro.

Don Quijote, II-XLVI, Del temeroso espanto cencerril y gatuno que recibió don Quijote en el discurso de los amores de la enamorada Altisidora (fragmento)

Fotogramas 13

Horizontes perdidos (Lost Horizon), Frank Capra, 1937
Juan José Millás, Shangri-La

jueves, 28 de julio de 2016

Animalistas

Hans Memling, San Jerónimo y San Egidio, Retablo de la Pasión o Greverade
St. Annen-Museen, Lübeck
Ferrer Lerín, Vocación salvaje

Aniversarios 9

Gloria Fuertes (28.07.1917-27.11.1998), detalle de su retrato por Johann Sebastian Art
Fundación Gloria Fuertes

Cuando un árbol gigante se suicida,
harto de estar ya seco y no dar pájaros,
sin esperar al hombre que le tale,
sin esperar al viento,
lanza su última música sin hojas
—sinfónica explosión donde hubo nidos—,
crujen todos sus huecos de madera,
caen dos gotas de savia todavía
cuando estalla su tallo por el aire,
ruedan sus toneladas por el monte,
lloran los lobos y los ciervos tiemblan,
van a su encuentro las ardillas todas,
presintiendo que es algo de belleza que muere.

Gloria Fuertes, En los bosques de Pennsylvania

Obituarios 5

Einojuani Rautavaara (9.10.1928-27.07.2016)
Cantus Arcticus (Concierto para aves y orquesta)

miércoles, 27 de julio de 2016

Perritos 6

Ferrand González y taller, Sepulcro del canciller López de Ayala y su esposa (detalle)
Torreón de Ayala, Quejana, Álava
Foto: Antonio Erena, 22.07.16

Fazen luego castillos al canto de la villa,
grandes muros e fuertes, torres a maravilla,
siquiera sean altos como los de Sevilla,
por meter los mesquinos más dentro en la capilla.

Mas antes de que sea la tal obra acabada,
viene luego la muerte e dale su mazada:
parte de aquí el alma asaz envergonzada,
e sotierran el cuerpo en muy peor posada.

En el su Evangelio nos dize el Señor:
«Tú non fagas injurias nin seas caloñador».
Por Dios paremos mientes de aquel fuerte temor
del día del Jüicio que espera el pecador.

Todas estas riquezas son niebla e rocío;
con honras e orgullos e aqueste loco brío
échase homne sano e amanesce frío,
ca nuestra vida corre como agua de río.

                                             Pedro López de Ayala, Libro o Rimado de Palacio
                                      Del gobernamiento de la república (fragmento)

martes, 26 de julio de 2016

Abuelos

Maestro Bartolomé de Salamanca, El abrazo de San Joaquín y Santa Ana ante la puerta dorada de Jerusalén
Detalle de la reja de la Santa Capilla, Iglesia de San Andrés, Jaén

lunes, 25 de julio de 2016

Intimidad

Font del Covilar, San Juan de las Abadesas, Gerona

Topant de cap en una i altra soca,
avançant d'esma pel camí de l'aigua,
se'n ve la vaca tota sola. És cega.
D'un cop de roc llançat amb massa traça,
el vailet va buidar-li un ull, i en l'altre
se li ha posat un tel: la vaca és cega.
Ve a abeurar-se a la font com ans solia,
mes no amb el ferm posat d'altres vegades
ni amb ses companyes, no: ve tota sola.
Ses companyes, pels cingles, per les comes,
pel silenci dels prats i en la ribera,
fan dringar l'esquellot mentre pasturen
l'herba fresca a l'atzar, ella cauria!
Topa de morro en l'esmolada pica
i recula afrontada... Però torna,
i abaixa el cap a l'aigua, i beu calmosa.
Beu poc, sens gaire set. Després aixeca
al cel, enorme, l'embanyada testa
amb un gran gesto tràgic; parpelleja
damunt les mortes nines, i se'n torna
orfe de llum sota el sol que crema,
vacil·lant pels camins inoblidables,
brandant llànguidament la llarga cua.

.................................................................................
  
Chocando la cabeza en uno y otro tronco,
avanzando instintiva camino del agua,
viene la vaca sola. Es ciega.
De una pedrada lanzada con mucha maña,
el zagal le vació un ojo, y el otro
se le ha velado: la vaca está ciega.
Viene a abrevar a la fuente como acostumbra,
mas no con el firme paso de otras veces
ni con sus compañeras, no: viene sola.
Sus compañeras, por los riscos, por las cimas,
por el silencio de los prados y en la ribera,
hacen sonar el cencerro mientras pastan
la hierba fresca al azar, ¡ella caería!
Choca con el hocico en la tallada pila
y retrocede asustada... Pero vuelve,
e inclina la cabeza al agua, y bebe tranquila.
Bebe poco, sin demasiada sed. Después levanta
al cielo, enorme, la cornuda testa
con un gran gesto trágico; parpadea
sobre las muertas pupilas, y se vuelve
huérfana de luz bajo el sol que quema,
vacilante por los caminos inolvidables,
oscilando lánguidamente la larga cola.

                                                                    Joan Maragall, La vaca cega (trad. Antonio Erena)

jueves, 7 de julio de 2016

Aniversarios 8

Gustav Mahler (7.07.1860-18.05.1911) en el Zuiderzee (Mar del Sur), Países Bajos
Sinfonía nº 5, Adagietto, Orquesta del Festival de Lucerna, Claudio Abbado

Raza

Pamplona, Chupinazo 2016
Foto: Javier Lizón
La Pamplonesa, Vals de Astrain (Riau-Riau)

Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona. (...)

                                                                          Antonio Machado, El mañana efímero (fragmento)