jueves, 23 de noviembre de 2017

Traje

Pedro Rodríguez de la Torre, ¿Alcanzará?, Museo de Jaén
En Jaén es donde he visto más trajes nacionales y pintorescos: los hombres, en su mayoría, llevan calzones de pana azul, adornados con botones de filigrana de plata, y polainas de Ronda, historiadas con mil calados, agujetas y arabescos, de un cuero más obscuro. La suprema elegancia consiste en no abrocharse más que los botones de arriba y los de abajo, de modo que se vea la pantorrilla. Completan el atavío, que se parece mucho al de los antiguos bandidos italianos, anchas fajas de seda roja o amarilla, una chaquetilla de paño con alamares, un manta azul o café y un sombrero puntiagudo de anchas alas, adornado de terciopelo y madroños de seda. Otros llevaban lo que se llama vestido de cazador, todo de piel de gamo color avellana y pana verde.

Algunas mujeres del pueblo llevaban capas coloradas, salpicadas con lentejuelas escarlata, que eran una nota viva entre la multitud. El traje extraño, el cutis tostado, los ojos brillantes, la energía de las fisonomías, la actitud impasible y calmosa de aquellos majos —más numerosos allí que en ninguna otra parte—, dan a la población de Jaén un aspecto más africano que europeo; ilusión a la que contribuye el clima abrasador, la blancura deslumbradora de las casas —todas ellas enjalbegadas con cal, a la moda árabe—, el tono leonado de la tierra y el azul inalterable del cielo. En España hay un dicho sobre Jaén: "Ciudad fea, mala gente", que ningún pintor encontrará justo. Allí como aquí, para la mayoría de las personas, una ciudad bonita es una ciudad tirada a cordel, provista de un buen número de reverberos y de burgueses.
Teófilo Gautier, Viaje por España, Tomo II, Capítulo XI (fragmento),
Colección Universal, 1920, trad. Enrique de Mesa

miércoles, 22 de noviembre de 2017

viernes, 17 de noviembre de 2017

Música popular 59

Antonio Machín (11.02.1903-4.08.1977)
Dos gardenias, Isolina Carrillo
El manisero, con la misma orquesta

¡Ah mundo! La Negra Juana,
¡la mano que le pasó!
Se le murió su negrito,
sí señor.

—Ay, compadrito del alma,
¡tan sano que estaba el negro!
Yo no le acataba el pliegue,
yo no le acataba el hueso;
como yo me enflaquecía,
lo medía con mi cuerpo,
se me iba poniendo flaco
como yo me iba poniendo.
Se me murió mi negrito;
Dios lo tendrá dispuesto;
ya lo tendrá colocao
como angelito del Cielo.

—Desengáñese, comadre,
que no hay angelitos negros.
Pintor de santos de alcoba,
pintor sin tierra en el pecho,
que cuando pintas tus santos
no te acuerdas de tu pueblo,
que cuando pintas tus Vírgenes
pintas angelitos bellos,
pero nunca te acordaste
de pintar un ángel negro.

Pintor nacido en mi tierra,
con el pincel extranjero,
pintor que sigues el rumbo
de tantos pintores viejos,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.

No hay pintor que pintara
angelitos de mi pueblo.
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Ángel de buena familia
no basta para mi cielo.

Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mango
por las barriadas del cielo.

Si al cielo voy algún día,
tengo que hallarte en el cielo,
angelitico del diablo,
serafín cucurusero.

Si sabes pintar tu tierra,
así has de pintar tu cielo,
con su sol que tuesta blancos,
con su sol que suda negros,
porque para eso lo tienes
calientito y de los buenos.
Aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.

No hay una iglesia de rumbo,
no hay una iglesia de pueblo,
donde hayan dejado entrar
al cuadro angelitos negros.
Y entonces, ¿adónde van,
angelitos de mi pueblo,
zamuritos de Guaribe,
torditos de Barlovento?

Pintor que pintas tu tierra,
si quieres pintar tu cielo,
cuando pintas angelitos
acuérdate de tu pueblo
y al lado del ángel rubio
y junto al ángel trigueño,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.

                                                     Andrés Eloy Blanco, Píntame angelitos negros

jueves, 16 de noviembre de 2017

Pedestal

Basa o pedestal de Benzalá, Torredonjimeno, Museo de Jaén
Foto: Ana Manzano Castillo
Ficha del pedestal y otros objetos arqueológicos de Torredonjimeno en el Museo de Jaén, página web del Ministerio de Cultura, Colecciones en Red

IMP(eratori) CAESARI / M(arco) · AVRELIO · [A]NTO[N]INO AVG(usto) [P(ontifici)] M(aximo) / ARMENIACO P[A]RTHICO · MAXIMO / MEDICO · TRIBVNICIAE · POT(estatis) · XX · IMP(eratori) · V / CO(n)S(uli) · III · P(atri) P(atriae) · DIVI · ANTONINI · FIL(io) [DIVI] / HADRIANI · NEPOTI · DIVI · TRAIANI · P[ARTH(ici)] / PRO[NEPO]TI · DIVI · NER[VAE] A[BNE]P[OTI] / CONSER[V]ATORI GENERIS HV[MANI] / OB HONOREM PONTIFICA[TVS] / M(arci) · SERGII MATERNI MARITI / ANNIA · Q(uinti) · FIL(ia) · SEVERA / EPVLO DIVISO EDITIS CIRCE(n)SIBVS / PO[SV]IT / ET D(edicavit)

(Ania Severa hija de Quinto, habiendo dado un banquete y juegos en el circo por el honor del pontificado de su marido Marco Sergio Materno, puso y dedicó (este monumento) al emperador César Marco Aurelio Antonino Augusto, pontífice máximo, Armeníaco, Pártico máximo, Médico, en su XX tribunicia potestad, emperador por 5ª vez, cónsul por 3ª vez, padre de la patria, hijo del divino Antonino, nieto del divino Adriano, biznieto del divino Trajano Pártico, tataranieto del divino Nerva, protector del género humano.)

miércoles, 15 de noviembre de 2017

martes, 14 de noviembre de 2017

Desolación 9

El inversionista Walter Thornton ofrece su Chrysler Imperial 75 Roadster de 1928 por 100 dólares
tras arruinarse en el crash del 29, Nueva York, 30.10.1929, foto: archivo Bettmann/CORBIS
Vileza, David Trueba

lunes, 13 de noviembre de 2017

Locus amoenus 7

El puente de las Herrerías sobre el río Guadalquivir, cerca de su nacimiento
Fuente: loqueseocultabajoelsol.blogspot.com, 7.08
Ayer y hoy (y mañana) 6, anterior entrada del blog

Rey de los otros, río caudaloso,
que en fama claro, en ondas cristalino,
tosca guirnalda de robusto pino
ciñe tu frente, tu cabello undoso:

pues dejando tu nido cavernoso
de Segura en el monte más vecino
por el suelo andaluz tu real camino
tuerces soberbio, raudo y espumoso,

a mí, que de tus fértiles orillas
piso, aunque ilustremente enamorado,
tu noble arena con humilde planta,

dime si entre las rubias pastorcillas
has visto, que en tus aguas se han mirado,
beldad cual la de Clori, o gracia tanta.

              Luis de Góngora, Sonetos, XXII (1582)

¡Detente aquí, viajero! En estas peñas
nace el que es y será rey de los ríos,
entre pinos gigantes y bravíos,
que arrullan su nacer y ásperas breñas.

Él reflejó otro tiempo las enseñas,
las armas, los corceles y atavíos
de razas imperiosas, cuyos bríos
postráronse en sus márgenes risueñas.

Él se ensancha entre olivos y trigales,
cruza pueblos de hechizos y poesía
y al mar corre a rendirle sus cristales.

Mas, como lleva sal de Andalucía,
sus aguas vuelve a las del mar iguales,
para llegar más lejos todavía.

Y así van sus caudales,
triunfantes en el seno de las olas,
a las playas de América españolas.

             Joaquín y Serafín Álvarez Quintero,
Guadalquivir, En su nacimiento, en Cazorla

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Coches 13

Cadillac 355A Convertible Coupe, 1931
Lincoln KB Custom Stationary Coupe, 1932
Isotta Fraschini 8A SS Cabriolet, por Castagna, 1930
Duesenberg SJ Convertible Coupe, por Walker-LaGrande, 1934
Hispano-Suiza K6 Cabriolet, por Brandone, 1935
Packard Twin Six Coupe, 1932
Bentley 8 Litre Short Chassis Fixed Head Coup, por Mayfair, 1932
Mercedes Benz 500 K Roadster Type W29. 1935
Rolls Royce Phantom II Continental Sport Coupe 156MY, por Hooper & Co., 1933
Bugatti Type 41 Royale Coupé de Ville Binder, por Jean Bugatti, 1930

martes, 7 de noviembre de 2017

Realeza - Perritos 19

Eduardo, príncipe de Gales, guardiamarina, y un terrier delante de un cañón
de 9.2 pulgadas en la cubierta del HMS Hindustan, Beagles Postcards, 1911

lunes, 6 de noviembre de 2017

jueves, 2 de noviembre de 2017

Mausoleo

Restos del mausoleo de los Atilios, Sádaba
Foto: Antonio Erena (julio, 2009)
Pues, señor, es cosa hecha
el alma del buen don Diego
puede, a mi ver, con sosiego
reposar muy satisfecha.
La obra está rematada
con cuanta suntuosidad
su postrera voluntad
dejó al mundo encomendada.
Y ya quisieran, ¡pardiez!,
todos los ricos que mueren
que su voluntad cumplieren
los vivos, como esta vez.
Mas ya de marcharme es hora:
todo corriente lo dejo,
y de Sevilla me alejo
al despuntar de la aurora.
¡Ah! Mármoles que mis manos
pulieron con tanto afán,
mañana os contemplarán
los absortos sevillanos;
y al mirar de este panteón
las gigantes proporciones,
tendrán las generaciones
la nuestra en veneración.
Mas yendo y viniendo días,
se hundirán unas tras otras,
mientra en pie estaréis vosotras,
póstumas memorias mías.
¡Oh! frutos de mis desvelos,
peñas a quien yo animé
y por quienes arrostré
la intemperie de los cielos;
el que forma y ser os dio,
va ya a perderos de vista;
¡velad mi gloria de artista,
pues viviréis más que yo!

José Zorrilla, Don Juan Tenorio, Parte segunda,
Acto primero, Escena I (monólogo del escultor)

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Santos

Raimundo de Madrazo, La actriz María Guerrero, como ''Doña Inés'', Museo del Prado
Callad, por Dios, ¡oh, don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir,
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión,
que oyéndoos, me parece
que mi cerebro enloquece,
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, don Juan,
un misterioso amuleto,
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora,
su palabra seductora,
y el amor que negó a Dios.
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!,
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos
me vais robando de aquí?
No, don Juan, en poder mío
resistirte no está ya:
yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan!, ¡don Juan!, yo lo imploro
de tu hidalga compasión
o arráncame el corazón,
o ámame, porque te adoro.

José Zorrilla, Don Juan Tenorio, Parte primera,
Acto cuarto, Escena III (monólogo de doña Inés)