miércoles, 14 de febrero de 2018

Soliloquio

Moretto da Brescia, Cristo en el desierto (Christ in the Wilderness), Metropolitan Museum of Art
Pero logro acercarme
a la ciudad Corvina, al campo
que llamaron muladar, al paraje
que llamaban también bastión
y algunos el baluarte, estoy cerca,
mas el cansancio
(ahora siempre este cansancio)
dobla mis piernas de alambre
y caigo de bruces al suelo,
sobre la tierra de miga, removida
por el paso de las bestias,
la tierra que tiene olor,
el olor que llevan los muertos.
Aquí me encuentro muy bien, un acomodo
no sé aún si definitivo, una tumba
al aire abierto, despejada, ofrecida
a la voracidad incansable,
al pico tenaz, a la argucia
de alas, plumas, garras
de esas aves a las que tanto quise
y que en este momento
vería volar
en amplios y elegantes círculos
si no me hallara
bajo esta luz deslumbradora,
si no fuera el fiel remedo
de aquel ciego,
Pablo Bernal,
mendigando tabaco
en la plaza de Corvina.
¿No seré yo ese invidente?

Francisco Ferrer Lerín, Ciudad Corvina, III

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